Cerca de Vinaròs hay un conjunto de seres vivos con más de 1000 años de historia. Testigos del paso de los siglos por el territorio, estos olivos son un monumento vivo, admirados por su belleza y su resistencia.
El olivo fue introducido en la península por los primeros comerciantes fenicios a través de las jábegas que transportaban y con las que se hicieron esquejes en los acebuches autóctonos.